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Acerca de la Maternidad

  • Zita
  • 3 feb 2017
  • 4 Min. de lectura

Hoy tenía preparada para publicar la segunda parte de mi Embarazo pero el miércoles tuve la mala suerte de escuchar en un programa de la TV la noticia del nuevo libro de Samanta Villar y soy incapaz de callarme así que ese post va a tener que esperar.

Hoy escribo algo indignada, porque para quien no lo sepa, Samantha Villar acaba de publicar un libro acerca de la maternidad donde comenta que no a todo el mundo le merece la pena tener hijos, que requiere mucho esfuerzo, y que ella sería igual de feliz si no hubiera tenido a sus hijas y perlas de este tipo. Mi indignación se acentúa cuando recuerdo el sentimiento que he percibido en parte de mi entorno cuando les decía que estaba embarazada (gracias a Dios no todo el mundo piensa así y solo es en parte).

Sra. Samanta Villar,

Tener hijos claro que es un sacrificio. No es ningún misterio y no nos está descubriendo usted la luna. Requiere sacrificio, igual que cualquier cosa que se quiera en la vida: acabar el colegio, sacarse una carrera, estudiar un máster, aprender a montar a caballo, estudiar las declinaciones de latín, limpiar la casa, ir al gimnasio para cuidarse, etc. ¿Qué no es un sacrificio?

Estamos en una época en la que parece que haya que evitar a toda costa todo aquello que implique esfuerzo o que sea difícil, todo tiene que ser fácil y sin esforzarnos, hedonismo puro. Lamentándolo mucho, la vida no es así, la felicidad no se encuentra en aquello que nos regalan.

Si uno quiere esquiar, por ejemplo, es necesario que haga un esfuerzo. Tiene que ir a elegir la equipación adecuada, pagarla, ver si le está cómoda o no (si no le está cómoda cambiarla y volver a empezar), ponérsela, ir a una montaña y que haya habido suerte con las condiciones climáticas y se pueda esquiar, llegar hasta la pista, subirse en el telesilla, tirarse y rezar las primeras veces para no abrirse el craneo, y así mil veces hasta que uno ya no es un pato mareado. Todo eso es esfuerzo y sin embargo, veo las pistas llenas de gente que quiere esquiar.

Nada que merezca la pena en la vida es fácil. Y tener un hijo no merece la pena, va mucho más allá de esas palabras, por eso, el esfuerzo que requiere no es comparable con nada, porque tampoco lo es la satisfacción. Claro que habrá gente que crea que no le merece la pena, igual que hay gente que decide que no quiere esquiar, o montar a caballo, o estudiar una carrera, o casarse y prefiere invertir su tiempo en otras cosas y es algo totalmente respetable. Pero le puedo asegurar que no conozco a ninguna madre, que no diga que ser madre es lo mejor que le ha pasado en la vida. De hecho creo que el índice de satisfacción de la maternidad debe ser de los mas altos (pena que este tema no de dinero a corto plazo que sino estaría el mundo lleno de estudios de consultoras afirmando el alto NPS de la maternidad).

Puestos a reivindicar, quiero reivindicar las bondades de ser madre joven. Una de las reacciones que más he tenido cuando le decíamos a la gente que estaba embarazada era que me dijeran que era muy joven. Soy madre con 26 años, y sí, soy joven y precisamente por eso es maravillosa la experiencia. Tengo la energía suficiente para poder seguir el ritmo de mi hijo, tengo la suerte de que no haya un gap generacional demasiado grande como para no poder entenderle y tengo la enorme fortuna de que, Dios mediante, pueda conocer a mis nietos y quizás bisnietos. Ademas al ser joven se reduce sustancialmente la posibilidad de tener problemas a la hora de poder procrear y disminuye también notablemente el riesgo de enfermedades en el bebé.

Por cierto, soy joven pero por ser madre no me voy a perder nada de mi juventud, (a no ser que ir a discotecas todas las noches hasta las 6 signifique perder), porque puedo seguir haciendo todo lo que me apetezca: puedo viajar, puedo salir, puedo tomarme una copa o dos o tres o cuatro o cinco o seis. Porque tener un hijo te limita lo que quieras que te limite y siempre y cuando cumplas con tu deber puedes hacer lo que te de la gana. No comparto esta visión pesimista de que tienes un hijo y parece que ya te tienes que recluir cual monja de clausura. Entiendo que haya gente que tome la decisión de ser madre cuando ya no es joven, o que por la razón que sea la vida le lleve a ser madre siendo mas mayor, y me parece perfecto, pero creo que de ahí a que hoy en día sea más normal tener hijos con 50 años que con 20 hay un abismo de por medio.

Y ya por concluir, que podría hablar de este tema eternamente; Sra Villar, le voy a tener que dar la razón en una cosa, tener un hijo es un esfuerzo enorme, pero es infinitamente ridículo, comparado con la alegría y la felicidad que da a cambio. Me despertaría todas las noches un millón de veces más si es por ver esos ojos enormes mirarme desde su cunita. Me tiraría mil horas en el pediatra o en urgencias por ver como me hace su mejor sonrisa cuando me acerco a él. No era consciente de lo inmenso que es el AMOR hasta que fui madre. Así que yo personalmente voy a animar a toda las mujeres de mi alrededor a que sean madres porque para MÍ es el menor esfuerzo, el mejor pagado y es que renunciaría a todo lo demás por poder serlo.

Love,

Zita

P.D. Hablo desde mi corta experiencia, ya que mi hijo tiene solo 4 meses, si este amor no deja de crecer no me quiero ni imaginar si este post lo escribo cuando mi hijo tenga 10 años.

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